domingo, 30 de agosto de 2015

¿Deberían los autos F1 usar cabinas cerradas?

Tras el triste desenlace para Justin Wilson tras el desafortunado incidente del pasado domingo en el circuito norteamericano de Pocono, el debate sobre las cabinas cubiertas en los monoplazas ha vuelto a la palestra. El piloto británico fue golpeado en la cabeza por un trozo del frontal de otro coche accidentado, lo que propició lesiones que han resultado ser imposibles de superar por el querido ex-piloto de Fórmula 1. Una cabina cubierta le habría salvado pero, ¿es esta solución la mejor para los monoplazas?

Las cabinas cubiertas tienen una serie de beneficios muy evidentes. Una cúpula que protege al piloto de cualquier objeto que pueda llegar del exterior es una bendición, por lo menos en principio y viendo que en tiempos recientes ha habido varios casos que han demostrado lo desprotegida que está la cabeza de un piloto de Fórmula 1 aún cuando todos los demás sistemas de seguridad activa y pasiva están en su punto más alto en toda la historia del automovilismo. Los cascos han mejorado pero un golpe con demasiado 'peso' -sea por velocidad o por masa del objeto- aún es enormemente peligroso.

Queda claro entonces que una cúpula protegería al piloto de todo tipo de piezas sueltas. Desde el famoso muelle que golpeó a Felipe Massa hasta el fragmento del frontal que golpeó a Justin Wilson, pasando por ruedas o cualquier otro trozo de carrocería. Incluso el impacto de Maria de Villota con la funesta rampa del camión habría sido evitada o en el peor de los casos, menos severo. En cuanto a Jules Bianchi, la desaceleración fue lo más duro para su cabeza aunque es posible que una cúpula hubiera reducido la dureza del impacto o incluso que hubiera ayudado a causar algo de rebote, reduciendo la drástica desaceleración.

Pero ¿qué inconvenientes hay en montar una cúpula que cubra al piloto? Porqué no nos engañemos; los hay. Lo primero es que el material que debe usarse para fabricar esas cúpulas no está tan claro como podría parecer en primera instancia. No se puede utilizar cristal, ni siquiera reforzado, porqué se haría añicos con un impacto. Estos trozos podrían ser peligrosos tanto para el piloto del monoplaza en cuestión como para los que circularan por el circuito tanto durante un hipotético periodo de coche de seguridad como después, una vez estuviera limpia la pista, puesto que habría riesgo de que no lo estuviera del todo -un material transparente es mucho más difícil de ver que un trozo de fibra de carbono-.

El material propuesto en última instancia sería parecido al de los cazas de combate aunque en las pruebas realizadas se descubrió algo alarmante. Al ser estas cúpulas de un material relativamente elástico para que no se rompiera con facilidad, cualquier elemento que las golpea sale rebotado, aumentando el riesgo de que una rueda, un muelle o un trozo de fibra de carbono pudiera ir a parar al público. Eso es algo inaceptable, por lo que la FIA prometió realizar más pruebas al respecto aunque hoy por hoy no se ha llegado a ninguna conclusión sobre un material que no se rompa y que no cause rebote.

Otro problema llegaría con la extracción del piloto de la cabina tras un accidente. Como ejemplo, sacar a Kimi Räikkönen de su coche tras el accidente con Fernando Alonso en el Gran Premio de Austria de este mismo año habría llevado mucho tiempo. Si el piloto está sano y salvo, no es un problema grave. Pero si hay una lesión de importancia y es clave llevarle al hospital cuanto antes, una cúpula puede convertirse en un peligro mortal. Adicionalmente, la cúpula podría quedar deformada o aplastada por cualquier elemento y dificultar aún más dicha extracción.

Otro problema importante es sobre la velocidad de un piloto para salir del monoplaza. Actualmente, los pilotos de Fórmula 1 deben pasar un test mediante el cual deben ser capaces de quitar el volante y salir del coche en cinco segundos. Con una cúpula, esto se complicaría. Por ello, una cúpula operada de forma manual no es una opción válida, puesto que el tiempo de salida del coche sería demasiado largo, lo cual puede suponer un peligro en caso de incendio en el coche. Una solución sería operar la cúpula de forma electrónica, siendo el sistema manual un mero sistema de emergencia.

Pero aún así, si el coche sufre un incendio existe la posibilidad de que la electrónica no responda como debería, impidiendo así que el piloto saliera rápidamente del coche. Más allá de las situaciones de peligro grave, hay otras incomodidades menores pero aún así importantes como el estimado aumento de la temperatura dentro del monoplaza por un pequeño efecto invernadero. A diferencia de los prototipos, un monoplaza no tendría un techo, con lo que la propia cúpula serviría como techo, dejando entrar el calor pero sin dejarlo salir.

Esto podría obligar a instalar sistemas para refrigerar la cabina puesto que hoy en día los coches de Fórmula 1 ya sufren de temperaturas extremas en según qué circuitos. Pequeños inconvenientes que pueden convertir un coche de Fórmula 1 en un infierno y que se añaden a los riesgos más serios comentados anteriormente. Otro detalle que puede convertirse en un problema es la gestión de la visibilidad. El piloto no tendría control sobre la cúpula, que podría ensuciarse con virutas de goma y cualquier otro tipo de suciedad que normalmente va a parar a las viseras -los pilotos pueden arrancar unas tiras de film desechable-.

¿Y la lluvia? En teoría las cúpulas deberían estar diseñadas para que, con la velocidad, el agua siempre fuera hacia atrás. Pero según la dirección del viento y la cantidad de agua, podría ser inconcebible pilotar -tampoco es que estemos viendo demasiada actividad bajo la lluvia hoy en día-. Lo que está claro es que con una pieza de ese tamaño, el comportamiento del agua no es tan simple como con la visera del casco. Puede que no acabara siendo un inconveniente pero sí algo muy importante a tener en cuenta. Una mala visibilidad puede ser la fuente de nuevos accidentes. Precisamente la visibilidad es una de las preocupaciones al plan alternativo que propone Mercedes.